“Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que de antemano dispuso Él que practicásemos” (Ef 2, 10). Esta conciencia me llena de alegría. Soy un ser humano que ha sido creado por Dios. San Pablo escribe: “Soy pues, obra suya”. Dios, bueno y misericordioso, me ha llamado a participar en el amor de la Santísima Trinidad, para que lo ame a Él, pero también a mí mismo y a los demás, con el amor que Él mismo derramó en mi corazón. ¡Qué bueno es Dios! ¡Cuánto ha confiado en mí! Jesús desea que yo exprese mi fe y mi amor a través de obras concretas. Ya me había preparado desde un tiempo inmemorial, me llamó para que de esta manera cumpliera la voluntad del Padre, que quiere mi felicidad y salvación.
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